Me acostumbro a imaginarte laxo sobre la inasible banca de una plaza, pensando que llego a tu lado liada entre ramas y hojas naranjas.
LA NAVE
Si una tarde de tedio resuelve remolcar su bagaje a lo largo de un poco de asfalto líquido o aéreo para darse el lujo de bajar al núcleo de sus barbaries y comprobar ya que se sustenta en el dolor ajeno que el más puro de sus buenos deseos es un crimen herético que a muchos pesa y además revienta hígados con parco esfuerzo pido en su nombre una disculpa sincera pues esta mujer encantadora seguirá retorciendo con su grito de amor toda la fatalidad del universo seguirá amaneciendo revolcada entre hojas de otoño con un beso de luna en la frente y los labios mordidos por la primavera esta nave no pretende ¡Por Dios! surcar los mares en busca de pasajeros nuevos ¡esta nave la tripula sólo ella!